13 de noviembre de 2019

Un ateo con culpa

Me gustaría creer en algo superior, que domine los entresijos de mi vida para echarle la culpa de todo al destino, dejar de ser un ateo con culpa, para ser un creyente con esperanza. Me gustaría contar en alguna reunión que mi vida cambió gracias a un dios todopoderoso que recordó mi existencia y quiso darle un empujón de optimismo.
 Pero no, soy un ateo con culpa.
 Cada domingo amanezco con resaca en mi cama sin hacer, en vez de estar rezando a un dios que me perdone por todo lo malo que he hecho, pero no puedo. Sé que muchas de las estrellas que vemos ya murieron, sé que mi signo no es más que una forma de sacar charla en un bar, sé que el cielo es azul por la frecuencia de la luz, y que no importa su color, no será el destino de mi alma cuando muera.
 Me aplasta la idea de estar solo frente al mundo, me asfixia la idea de ser solo un ateo con culpa y tantas dudas. Mientras otros van campantes por la vida, teniendo la verdad absoluta, sabiendo qué hacer y qué decir, sabiendo cómo surgió el universo y cómo va a terminar. Mientras yo lloro por culpa y desconcierto.
 Me encantaría ser yo ese dios en mi vida, pero tampoco creo en mi.