A veces me esfuerzo por recordar detalles, me acuesto en la cama viendo el techo y pienso si tenías algún lunar del que no me quisiera olvidar, o cómo se llamaba el perro que tenías cuando eras chica y vivías en esa casa vieja, por la que pasamos una vez y no podías creer que no fuera gigante como en tus recuerdos. Me esfuerzo sobremanera, de verdad lo intento, trato con todas mis fuerzas de escuchar tu voz y de sentir tu cara en mi torso, intento que no se olvide nunca cómo se sentía tu pelo en mis manos mientras te acariciaba, o el escalofrío que me daban la punta de tus dedos por mi pecho. Te juro que pienso muy fuerte, te lo juro. Pero cada vez es más difícil. Y hay días que tenés los ojos más oscuros de lo que en verdad los tenías y, seguramente mañana no me voy a acordar de tu perfume y, es muy probable que en un año tampoco recuerde cómo se llamaba tu madre. Capaz que en una semana no me voy a acordar de la cicatriz en tu brazo, con la que jugaba mientras vos intentabas dormir y yo te abrazaba. No quiero. Me da miedo perderte en mi memoria, no quiero olvidarme nunca la charla en la puerta de ese bar, donde mis amigos me decían que si no nos conocieran creerían que era una primera cita, porque no podíamos dejar de hablar, como si siempre hubiera algo más que contar.
Tengo miedo de olvidarme de tu sonrisa, de como te molestaba que entrecruzáramos los brazos para caminar porque parecíamos unos viejos, pero después ibas y me abrazabas fuerte, porque Montevideo es frío.
Quiero recordar los detalles para tenerte cerca siempre, no quiero que los años te roben de mi memoria y te vuelvan fría, no quiero que los años solo me recuerden tristezas. Quiero cerrar lo ojos y verte parada en frente a mi, bajando la mirada mientras te pongo el pelo atrás de la oreja. Recordar cuando todavía estabas y no tenía que decir nada para que supieras que te amaba. No quiero olvidarme tampoco de tu risa cuando te pedía matrimonio y me decías que no, sin saber si lo decía en serio o no, pero soñando con vivir siempre juntos, sabiendo que el siempre no existe.
Tengo miedo. Miedo que de ese todo que eras vos quede en nada.
A veces me esfuerzo por recordarte. Pero también hay días que no paro de querer olvidarte.
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