Parece una locura que no puedas dormir pensando en esa persona que ya no quiere verte, que decidió perderte y no tenerte en su vida. Parece una locura que en las noches de insomnio solo tengas una cara en la que pensás, una sola sonrisa. Es que parece una locura que podamos sentir algo de cariño cuando sabemos que en verdad nos mata, que no nos moleste saber que no la podemos tener, solo por las noches sollozar por una caricia.
Todos nos hemos enamorado alguna vez. En su caso una mujer que le rompió la ilusión, la que le dijo una tarde que lo que tenían no funcionó, que eso, ésto, o aquello, había salido mal. No creo que él haya sabido el verdadero porqué. Hasta donde yo sé no le tiene rencor. Dice solo tener un dulce recuerdo, de su amargo perfume en algún rincón de su salón, un reflejo perdido en el espejo donde se peinaba a las mañanas y un par de cartas que no llegó a darle cuando la amaba en silencio y ella no sabía de su existencia.
Pasa noches enteras imaginando que ese amor no es de este barrio, quizás en la Aguada, o quizás en Palermo serían muy felices. Solo sabe que acá y en ésta vida ya no lo quiere, ya no lo extraña, ni le escribe antes de dormir como cuando se amaban; cuando se besaban bajo los portales de las casas de la calle San José, cuando los corría la lluvia mientras recorrían las plazas del Buceo, mientras paseaban por locales en la Unión sin saber ciertamente como terminaron ahí. En esos lugares fueron felices y también cuando la dejaba en su casa sin saber si en verdad la iba a volver a ver; uno nunca sabe si va a volver a ver a su amor cuando lo deja. Uno nunca sabe nada del amor.
La gente solo sabe que se ama cuando no se ve, y cuando se extraña; la gente sabe amar en los momentos en que en verdad lo necesita; la gente sabe extrañar solo cuando ama. Y estoy seguro que él la ama, aunque ya puede dormir por las noches. Pasó mucho tiempo ya pero no creo que haya dejado de soñar que una mañana lo despierte, un grito, un timbre, o ella acostándose a su lado para decirle entre risas que su vida le da asco, pero que lo extraña. Que sigue soñando entre murmullos cuando se ríe entre amigos, que sueña trabajando que un día va a llegar un mail diciendo en hermosa prosa que todo fue un error.
Que suspira cuando la ve arriba de un ómnibus y ninguno de los dos se saluda, que ella no imagina que él le escribe a escondidas. Ella no sabe que todo esto pasa, ella no lo quiere, no lo ama, no lo extraña. Parece una locura que él siga pensando que eso existió. Ella no sabe que él sigue recorriendo barrios ajenos en busca de ese amor perdido en alguna esquina de esta puta ciudad.
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