19 de junio de 2019

Desde el sofá

Me parece raro a veces lo poco que extraño salir de mi casa, hoy van a hacer 15 o 20 días, ya no recuerdo. Atendí una llamada este martes creo, o capaz que fue el jueves de la semana pasada, o la otra, no recuerdo bien, pudo haber sido el mes pasado, pero era del banco y corté enseguida.

Pagué el alquiler con mis ahorros desde el celular porque no quería hablar con nadie. Renuncié a mi trabajo por email porque no quería ver a nadie.

Me callé todo lo que te extraño porque no quería sentir nada.

Perdoná mi insomnio, éstas no son horas de andar escribiendo cartas, por eso lo hago entre susurros, porque ya es de madrugada. Aunque los dos somos hijos de la noche y somos más amigos de las luces artificiales amarillas que del sol, de los libros con olor a viejo y los grillos. O lo eramos.

Perdón. Quizá hoy querías leer otra cosa y yo te tengo acá, creyendo que puedo decir algo que tenga sentido. La verdad un poco te escribo porque no tenía con quién hablar y me cansé de hablar solo.

Quería contarte que cambié los muebles de lugar mil veces, si vieras mi casa no la reconocerías, creo que te encantaría pero no sé la verdad, a vos nunca te gustaron mucho los cambios. Lo cierto es que ya no reconozco mi casa, ni yo mismo y es mejor así, a mi que nada alrededor me recuerde a vos me da paz. Siento que se van los recuerdos un poco, si cuando miro al rincón, ya no es el mismo donde nos amamos aquella vez. Y eso hoy es lo mejor.

Espero que leas ésta carta algún día, alguna noche. Planeo no dártela nunca, pero las cosas nunca salen como yo quiero, lo más seguro es que en mi afán de ocultarte lo que siento, termine por publicarla en todo internet.

Te escribo sin saber qué decirte, como siempre, aunque sé que te molesta. Por eso borré tu número y ya no te mando más mensajes. Ayer o la semana pasada lo quise hacer por última vez para decirte que soñé vos. Soñé que veía una pintura tuya en la feria, aunque hace años no pintás. Yo la reconocía al instante y quedaba maravillado por la casualidad. En mi sueño pagaba una fortuna por el cuadro y lo traía para casa, lo colgaba en mi cuarto y lo veía sentado en el sofá.

No te escribí para contártelo hasta hoy porque al levantarme esta mañana cambié el sofá de lugar. 

3 comentarios:

  1. el mundo esta escindido entre quienes cambian los muebles de lugar esperando aliviarse y quienes no

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