31 de enero de 2020

A la mañana.

Te sentaste en la mesa ratona con los pies en el sofá,  mirando por la ventana y tomando café. Yo te miraba desde la cocina mientras hervía el agua y sonaba la caladera cada vez más fuerte. A ninguno le importó. Comías tostadas y me gritaste con la boca llena que me apurara, que tenías que salir pero todavía no estabas vestida. Me serví más café y apronté la mochila, nunca quiero que termine la mañana.
En un momento quise contarte que sabía que mi día iba a ser una mierda pero ya no estabas y eso lo confirmaba. Cerré los ojos y cuando los abrí de nuevo solo veía el techo de mi cuarto, como todos los días, como cada día.

El frío es parte del paisaje en la ciudad. Ya no diferencio el día de la noche entre las nubes y el rocío. Qué frágil es la felicidad que ante cualquier soledad se rompe y vuelve todo a negro, como si bajaran el telón. Me quedo con la sensación horrible de saber que mañana, va a ser igual.

Me levanté, ya no iba a poder volver a dormir, eran las 5 y media de la mañana y no había café ni tostadas, mucho menos estabas vos. Que largo se hacía el otoño pero que rápido pasaban los años. Los perros jugaban con la mugre que barría y yo la volvía a juntar mientras la cafetera hacía ruidos de sufrimiento. Veía el patio y en la oscuridad se veía más muerto. Desde que te fuiste olvidé regar las plantas, no volví a usar el mediotanque y, nadie terminó el mural con esa mujer sosteniendo la luna.
¿Te extraño o te necesito? No me acuerdo cómo hacer ese salsa que hacías cuando nos visitaba tu madre, no me acuerdo cómo hacías para que toda mi vida no fuera un desastre, o sí me acuerdo, pero no me sale.

La semana pasada hablé con Florencia, tu amiga, me dijo que también te extraña, no supe qué contestar y me fui, pasé por tu trabajo y las vidrieras eran un nido de arañas, volví a casa y la pintura se caía a pedazos, ese verde que te había encantado ahora parecía pasto seco.

Cada mañana me pregunto cuánto tiempo lleva y suspiro pensando que perdí la cuenta.
Pero si algo me hace seguir fuerte, es saber que cumplí con mi palabra de amarte hasta el último día.