9 de febrero de 2020

El problema son las viejas.

Las viejas de mierda y todas, llámese dueña chupa pija de almacén que tienen 58 o las ancianas infumables de 74 en las filas para un tramite en la Intendencia, también la de 26 que te pega en el bondi por que le tocaste el culo sin querer, por anticuada, si yo tengo un primo en Europa que me contó que es lo ultimo en la moda sueca saludarse con una nalgada. Aunque sí las peores son las mayores de 50, histéricas, las que quizás tengan menos fuerza –aunque no en todos los casos–. Tantas cosas se han dicho de esos seres que ya han vivido lo suficiente como para que todo les importe un pito, ¡pero no! se rehúsan a abandonar ese ahínco revolucionario que las amarra a pelear por cualquier pelotudez. Que si las ayudas, ellas pueden; que si no las ayudas, sos un pendejo irrespetuoso. ¿Respeto a qué? si no podes moverte no salgas de tu casa, ¿a los 20 podías cruzar la calle sola y ahora precisas un Boy Scout? ¡No, no te voy a dar mi asiento! No, yo quiero viajar sentado, para no terminar en tu estado calamitoso, respeta vos mi cansancio también. Y si vengo borracho, no me digas que conoces a mi madre. No me interesan las historias de tus nietos, no me importan tus plantas y no me sigas contando los mismos cuentos. No quiero que me pellizques los cachetes para decirme que estoy más gordo, ni que me mires con desprecio por que no me afeite y tengo barba. Para mi la solución es ignorarlas como lo hacemos con los documentales horribles de la BBC que pasa Canal 5, que tienen la misma cantidad de años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario