
Incluso la repetición, la vuelta a la
manzana. La repetición te deja entender dónde estás parado, y
hacia dónde querés ir.
¿No es también una opción caminar sobre tus pasos y darte una oportunidad y tiempo a decidir?
Derribar barreras y derivar caminos, un
paso tras otro adivinando la ruta que nunca está marcada. Paisajes
nuevos nos dejan pensar, aunque más no sea por un instante, que no
lo sabemos todo y que nos queda mucho por aprender, sueños que nos
quedan por soñar y cuentos que nos quedan por escribir; aparecen de
repente en un portal o la puerta de un bar, de un almacén de barrio
o en el cordón de la vereda.
Barrios enteros que nos quedan por
conocer. Vidas que nos quedan por vivir.
Porque siempre, aunque todo salga mal,
una caminata nos puede salvar; un ambiente nuevo que nos trastoque la
perspectiva y veamos como aún en invierno hay árboles que florecen
y fachadas añejas que cuentan historias.
—¿No pasamos ya por acá?
—No sé, ¿vos querés saber dónde estamos?
—La verdad que no.