27 de julio de 2020

La mesada de la cocina.

Cada vez que veo la pila de platos sucios, amontonados en la mesada de la cocina, pienso que debería mudarme y dejar todo como está. Que alguien agarre todos mis problemas y se los lleve. Qué genial sería llegar y solo sentarme a esperar que me de sueño como un tipo normal y, no tener que estar preocupado si me va a alcanzar la comida para llevar al trabajo al otro día en el mismo tupper viejo. 

Ayer dejé en la mesada un refuerzo que sobró de una merienda que terminó siendo la cena porque me dormí en el sofá de lo cansado que estaba, hoy temprano lo vi con alegría, pero al lado había mierda de ratón y lo tuve que tirar del asco. En el mismo lugar donde ahora está este pelotudo que se hace llamar sanitario, queriéndome arreglar algo que claramente no está roto. Y al que no sé con qué mierda le voy a pagar.

Pienso mucho en la mesada, porque puedo veo lo poco que estoy comiendo y lo mucho que ensucio, puedo verme por las noches sin decidir qué sartén usar y terminar usándolos todos. 

Mi casa es chiquita y desde mi cama se ve la cocina, yo cada mañana miro todo lo que no quiero hacer. Pero siempre soy consciente de que puedo, de que nada me va a frenar, en mi queda un rastro de optimismo. A veces de madrugada queriendo cambiar mi vida me levanto, y es lo primero que hago; guardar, limpiar, fregar, y volver a darle vida a esa mesada. Para que quede reluciente como la dejé ahora que sabía que venía, esperando que mi vida cambie también, y un par de días eso es verdad, la useré con un delantal, escucharé Jazz y tomaré una copa de vino. Hasta que todo vuelva a ser como siempre.
Aunque lo cierto es que no lo sé, ese pequeño optimismo me dice que sí, pero una noche después de llegar de trabajar lo más probable es que te vuelva a tratar mal, a usarte de tabla para picar, a volcarte aceite viejo y llenarte de las lágrimas de mis problemas. Y en ese momento el ciclo se se repite, voy a volver a acostarme y ver como se junta la mugre en mi cabeza y los platos. Quizá por eso te rompiste. Fui yo en mi tristeza que te rompí.
 
Ahora estoy acá, queriendo cambiar mi suerte, Pidiéndole a éste hombre que cambie una válvula que no sé si podré pagar. Mañana veré si todo éste esfuerzo no fue en vano.


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