Volví a mi casa después una noche larga, tanto, que ya era de día. Me había prometido no volver a despertarme a las 6 de la tarde con resaca. Y no cumplí. Es que estoy roto, me canso rápido y mi cabeza piensa mil cosas a la vez, ya no aprendo trucos nuevos.
Hacía años no dormía tan mal, me despertó de una patada. Me echó de la casa una mujer, que no me acuerdo cómo se llamaba.
La conocí cuando me estaba yendo a la parada, un poco borracho y cansado recién salido de un bar. Me paró preguntando si Bluzz seguía abierto, con una impunidad que me encandiló. Le dije que sí y que si no le molestaba que la acompañara.
- Dale vamos, me respondió.
Desde que llegamos no paramos de bailar, tomé más cerveza y fuimos a su casa que quedaba cerca pero no sé dónde.
Estábamos muy borrachos para coger y demasiado sobrios para dejar de tomar. No había más alcohol, me dice, que ya no queda nada, nada. Y en un momento nos dormimos, quedé en el sofá y desperté en el piso, con la patada en las costillas me levanté, no sé si cariñosa o arrepentida, de esa morocha hermosa.
No temes a lo oscuro de tu piel, con mil gotas de alcohol en tu cara
Me paré como pude, le dije que me cerrara la puerta después de darle un beso en el cachete y ponerme los lentes negros. No le pedí su número, no sé bien quién era, no sé bien nada.
Como siempre.
Pero ya eran las 10 de la mañana.
Hacía años no dormía tan mal, me despertó de una patada. Me echó de la casa una mujer, que no me acuerdo cómo se llamaba.
La conocí cuando me estaba yendo a la parada, un poco borracho y cansado recién salido de un bar. Me paró preguntando si Bluzz seguía abierto, con una impunidad que me encandiló. Le dije que sí y que si no le molestaba que la acompañara.
- Dale vamos, me respondió.
Desde que llegamos no paramos de bailar, tomé más cerveza y fuimos a su casa que quedaba cerca pero no sé dónde.
Estábamos muy borrachos para coger y demasiado sobrios para dejar de tomar. No había más alcohol, me dice, que ya no queda nada, nada. Y en un momento nos dormimos, quedé en el sofá y desperté en el piso, con la patada en las costillas me levanté, no sé si cariñosa o arrepentida, de esa morocha hermosa.
No temes a lo oscuro de tu piel, con mil gotas de alcohol en tu cara
Me paré como pude, le dije que me cerrara la puerta después de darle un beso en el cachete y ponerme los lentes negros. No le pedí su número, no sé bien quién era, no sé bien nada.
Como siempre.
Pero ya eran las 10 de la mañana.
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