4 de junio de 2020

La Salida.

-Hoy no, de verdad, hoy no puedo. Con todo esto de la casa estoy muerto y la verdad no me quiero complicar más. Dijo Adrián, cortando la llamada y tirando el celular a la cama, como si así los problemas también se alejaran. Atrás del teléfono se tiró él, como derrotado y así quedó, hasta que la puerta se abrió. Era su novia, Natalia, que se acostó a su lado y no tuvo que preguntar nada, sabía más o menos que era lo que pasaba.

-Era mi vieja de nuevo, le pedí plata el otro día y mucha, perdón que no te dije, pero no sabía qué más hacer.

-Ya te dije que teníamos que aguantarnos pero tampoco es para tanto. ¿Qué pasó? ¿Se enojó?

-No, pero se arrepintió y precisa la plata, la quiere el miércoles y yo no tengo de dónde mierda sacar. Pagué todo con eso ya, son más de 10 lucas que no tengo.

-Ya se nos va a ocurrir algo, supongo. Siempre se nos ocurre algo. -Respondió, dándose la vuelta, mirando el techo.

Pensando si de verdad se les iba a ocurrir, llevaban 9 meses desde que había nacido la nena y era una calesita de préstamos, favores, devoluciones, deudas y dolores de cabeza.
Y aunque los dos hicieran lo que pudieran, no importaba, la plata no estaba y todo se iba a la mierda.

Adrián se levantó y se empezó a vestir, callado y rápido, como si se le hubiera ocurrido algo, pero no lo decía. Salió del cuarto dándole un beso a la bebé que dormía y se fue. Se subió a la moto y fue al barrio donde se crio, le estalló la cabeza todo el viaje, sabía que algo tenía que hacer y era lo único que se le ocurría.

Llegó a la esquina donde paraban sus amigos, buscando a Juan, el más sarpado de ellos, el que lo había invitado mil veces a rapiñar después de emborracharse cada noche desde que tenía 15 años. Y al que siempre le había dicho que no, hasta hoy, que quería salir de ésta, no aguantaba más. Algo tenía que hacer, y eso era aceptar de una vez por todas.

Encontró a juan, parecía que no lo iba a convencer, hacía tiempo que no salía de caño y no quería volver a estar en cana, pero después de contarle bien lo que había pasado, hablarle de su hija y tomar dos cervezas, aceptó.

Fueron por las armas a lo del tío de juan que no entendía nada y era el mejor escondite para esas cosas, llamaron a otro amigo y se juntaron de nuevo en la misma esquina, a juntar fuerza. Salieron en un auto que dejaron a 5 cuadras de la farmacia de Carrasco a la que pensaban asaltar, la idea era que al otro día pudieran irlo a buscar, porque después del robo iban a salir en la camioneta blanca del dueño de la farmacia, estaba todo más o menos pensado.

No importan los detalles, entraron y todo se descontroló, Juan agarró a la muchacha de la caja y Adrián ya no quería estar ahí, Fernando, que miraba e intentaba calmarlos, cuando Adrián apuntó a Juan y dejó de apuntarle al seguridad, que no perdió la oportunidad y disparó. Todo se volvió silencio en un segundo eterno. Después todo volvió al descontrol y a los gritos de nuevo, entre disparos, Juan y Fernando salieron corriendo, mientras Adrián seguía en el piso, sangrando y repitiendo el nombre de su hija con sus últimos suspiros. 


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