Por la calle Burdeos hay un árbol de nísperos tan grande que caen nísperos en toda la manzana y hay quienes dicen que también en otras, incluso sobre Carlos Mª Ramírez. Pero sabemos que no podrían llegar más que a Bélgica o Japón.
En verano desde algún satélite se debe ver una gran mancha naranja. Porque el árbol tiene dos, tres, incluso cuatro nísperos por brote, del tamaño de una pera chiquita o una ciruela medio grande, aunque sólo semilla según algunos, que viven lejos y no se animan a ir a buscarlos, por eso hablan con envidia.
Cuentan señores, casi ancianos, que sus abuelos en veranos de antaño cuando las calles no tenían nombres iban a ese lugar y jugaban guerras con sus semillas durante días.
Al día de hoy yo lo veo al pasar pero sé que cada verano brilla naranja como el sol del atardecer.
Muchos veranos alegrando niños y quién sabe quizá también alimentando, cuando el almuerzo de la escuela no está y es lo único que hay.
Soy nuevo en el barrio hablo por relatos y cuentos porque la verdad nunca comí un níspero, me parecen asquerosos.
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